Por Carolina Reyes Cristi, psicóloga, Magíster en Psicología Educacional y Directora del Colegio Monteluz
En los tiempos de hoy, con la gran cantidad y rapidez de cambios que hemos vivido en temas sociales, sanitarios, políticos y culturales, la salud mental se ha instalado como una problemática social imposible de invisibilizar, también en niños. Si bien, las tasas de dificultades en esta área han aumentado considerablemente en los adultos, en los pequeños también ya es un tema que adquiere una importancia central.
En la actualidad, hablar de niños deprimidos, estresados o con cuadros de angustia forma parte también del panorama sanitario de los últimos años.
Si bien, hay múltiples señales que pueden indicar que los niños no se encuentran en un estado de bienestar, las más comunes y fáciles de detectar de un salud mental afectada son:
Aumento de ansiedad
La ansiedad es un estado emocional que puede manifestarse de diversas formas. En esta área es posible ver que los niños comienzan a comer más, a comunicar tener hambre de manera permanente cuando ya han comido, una especie de sentido de no saciedad que los lleva a querer comer todo el tiempo. Junto con esto, puede aumentar su nivel de actividad, presentar mayor inquietud, desconcentración, y distractibilidad.
Dificultades conductuales
En muchos niños, sobre todo en aquellos que tienden a externalizar lo que les sucede, los cambios en su emocionalidad se manifiestan en su comportamiento. En esta línea, se pueden observar cambios a nivel de la irritabilidad, mayor agresividad, conflictos con sus pares, aumento de la frustración y conductas más disruptivas y oposicionistas.
¡Ojo temores!
Sobre todo en los más pequeños, pueden aumentar los temores nocturnos, pesadillas, presentar dificultades para dormir. Incluso manifestar temores a perder a un ser querido o a que en su vida algo malo pueda suceder.
Baja en su estado anímico
Los niños pueden demostrar mayor sensibilidad ante temas que antes no tenía. Llorar frecuentemente, manifestar estar triste, no tener ganas de hacer cosas que antes le motivaban, así como también, revelar mayor cansancio y desgano en general.
Para apoyar la salud mental de nuestros niños, es vital tener en cuenta los siguientes consejos:
1) Conversar y pedir ayuda
Si nos damos cuenta de que nuestros hijos no están pasando por un buen momento, lo primero y más importante siempre será conversar con ellos para indagar en su sentir, en sus preocupaciones y malestares. Sin embargo, este recurso no siempre es suficiente, ya sea porque aún son muy pequeños o porque no contamos con las herramientas como madres o padres para sostener una conversación que pueda convertirse en un real apoyo. Para esto entonces, es fundamental pedir ayuda y asesorarse por especialistas en salud mental infantil que sí podrán apoyarlo y orientar en este camino.
2) Formar una alianza
Ocurre que muchas veces los padres consultan donde un psicólogo/a depositando toda la responsabilidad en el profesional, esperando que sea él/ella quien ayude a su hijo o hija.
El gran error es no comprender que la fuente primordial de salud emocional de nuestros hijos es la familia. Por lo que resulta vital poder realizar los cambios necesarios, dejarse asesorar y seguir las indicaciones recomendadas. Sólo así, podrá haber un buen pronóstico y se podrán ver cambios. La alianza terapia- familia- colegio es vital para que los niños sientan que cuentan con un medio que los apoya, comprende y ayuda en su sentir.
3) Tiempo de calidad
Junto con lo anterior, en el imparable ritmo de vida que llevamos los adultos en la sociedad de hoy, se hace imprescindible poder dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos. Este hecho es una inversión emocional necesaria para que los niños puedan sentirse acompañados, cuidados y seguros.
4) Comunicar Amor
Familias amorosas, que comunican preocupación, cariño, y cuidado, se convierten en terrenos fértiles para que los niños se sientan en confianza. Se sientan seguros y con la certeza que cuentan con el sostén para poder desenvolverse con tranquilidad en el mundo.
Bajo estos consejos, es fundamental poder detectar a tiempo las señales que nos comunican nuestros hijos, ya que sólo así podremos activar los apoyos necesarios.
En caso de no hacerlo, estos cuadros se pueden ir cronificando en el tiempo. En simples palabras, aquellas “heridas” que no son tratadas a tiempo ni de la manera adecuada, podrán dejar cicatrices que luego, volverán a abrir y su tratamiento puede ser más largo. Incluso más complejo y con una mayor carga y sufrimiento para quien la padece.
Al no adquirir a tiempo las herramientas necesarias, los niños no pueden fortalecerse ni tampoco contar con mayores recursos que les permitan enfrentar las adversidades propias de la vida y los desafíos que forman parte de su ciclo vital.
Lee también: Bebés identifican sabores de alimentos desde el útero según un estudio