1. Más digerible. Se debe comer con el estómago vacío preferentemente, ya que la fruta se digiere en el intestino delgado. Por lo tanto, si el estómago está lleno, comienza a fermentar antes de ser digerida, lo que causa gases e inflamación.
2. La glucosa es uno de los principales combustibles para el cerebro. Según científicos de la Universidad de Ottawa, Canadá, cerca de dos terceras partes del total de la glucosa que recibe el cuerpo se destinan a las diversas funciones cerebrales y su compleja red neuronal. Por lo tanto comer fruta, luego de un ayuno de más de 7 horas tras dormir, es una de las maneras más eficaces de brindarle al cerebro los niveles de glucosa que requiere.
3. Mejora funciones cognitivas. Un estudio publicado en el «British journal of nutrition» reveló que ciertas partes del cerebro experimentan bajas de glucosa a corto plazo, lo que podría afectar a diversas funciones cognitivas como la atención, la memoria y el aprendizaje. Sin embargo, esto puede evitarse al comenzar el día con una buena porción de fruta, además de ingerir alguna más durante el día.
4. Agiliza la digestión. La fibra de las frutas es la pectina, soluble en agua y la mayor parte se encuentra en la cáscara, por lo que se recomienda que no sean peladas. En cuanto a la digestión, consumir una porción una hora antes de desayunar, permitirá dinamizar el proceso durante el resto del día. Asimismo, el potasio que contienen muchas de ellas mejora el funcionamiento intestinal.
5. Optimiza el metabolismo. El consumo de fruta en ayuna, por sus aportes en vitaminas y minerales, permite optimizar el metabolismo e incluso puede acelerar la quema de grasas, según un estudio de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. Ello, pues mantiene y regula niveles de insulina.